La primera sesión de las jornadas ‘China a las puertas. ¿Cómo afecta a las empresas y sociedades europeas la rivalidad entre Estados Unidos y China? ha comenzado con la conferencia de Carles Brasó Broggi y Jacinto Soler Matutes en el Club de Marketing de Navarra.

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Brasó Broggi, sinólogo e investigador Ramón y Cajal en la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), ha ahondado en el contexto histórico del auge de China y la economía mundial, que comienza cuando EEUU “empieza a subcontratar parte de la producción de suministros básicos” y aparecen los llamados OEM, fabricantes de manufacturas originales, cuyo sistema se basa en la provisión de productos asiáticos que se venden bajo marcas estadounidenses.

Este momento coincide, además, con “una revolución tecnológica de la informática, con trazabilidad de los productos” y que abre a que se puedan fabricar componentes en otras partes gracias a elementos como los códigos de barras.

Además, con las reformas económicas acaecidas en el país, China comienza a entrar en las cadenas de suministro, «en un primer momento de manera poco sofisticada» pero posteriormente en transferencia de tecnología.

Un camino que sigue a día de hoy y que ha llevado a que ahora sea también capaz de fabricar los elementos “más sofisticados y competir con empresas norteamericanas”. A todo ello se une que en las últimas dos décadas, el gobierno chino consolida “su postura de crear una plataforma digital propia que no dependa de EEUU en materia de telecomunicaciones”.

Esta situación de dos potencias hablando lenguajes diferentes lleva a que ambas intenten también atraer al resto de economías asiáticas como Japón, Corea del Sur o Taiwán para sí, fuentes “de tensión actuales” asimismo.

En cuanto al contexto económico entre EEUU y China, la administración Obama intentó poner un tratado comercial con EEUU que excluía a China: el Tratado Transpacífico. Por su parte, Trump abandonó esa exclusión, y China contraatacó con el Regional Comprehensive Economic Partnership, excluyendo a EEUU. Ahora, Biden retoma el tratado de Obama y contraataca con un tratado militar.

En el contexto geoestratégico, China está rodeada por bases militares de EEUU desde la II Guerra Mundial. Por ello China ha tenido que crear “nuevas rutas comerciales” que no dependen de la situación geoestratégica surgida tras el conflicto bélico. Este flujo comercial también “tensiona mucho la situación, no tanto porque el Gobierno chino quiera hacerlo, sino porque es una realidad que existe tensión”.

“La economía china, en términos relativos, no depende tanto de la exportación”

Dentro de esta nueva ruta comercial, China ha propuesto un enorme proyecto de inversión que le llevará a construir líneas ferroviarias que conectan China con Europa y África a través de Asia Central y Oriente Medio. De esos seis corredores nuevos, tres conectan China con Europa, algo que tendrá “grandes repercusiones en la economía mundial”.

En Europa, todo el Este, Italia y Portugal han firmado acuerdos comerciales con esta nueva ruta comercial, y España aún no, por lo que ha considerado que “está en el punto medio y falta la reflexión sobre qué puede ganar y perder al entrar en estos proyectos de inversión en la nueva ruta de la seda”.

Sin embargo, en términos de economía mundial, ha cuestionado que China sea una gran potencia exportadora. “La economía china, en términos relativos, no depende tanto de la exportación y de hecho depende cada vez menos de las exportaciones” frente a otros países como Alemania o Corea del Sur. 

Por ello considera que la guerra comercial “no perjudica tanto a China como a otros países con una dependencia más fuerte de las exportaciones”. Esto tiene un efecto en las empresas españolas y europeas por el volteo ejercido hacia el mercado local, lo que ha provocado “una gran crisis a empresas europeas”.

La principal recomendación del experto de cara a las empresas españolas es que “diversifiquen las redes de provisión porque si uno falla o no responde a su pedido, puede acceder a otros proveedores para satisfacer su demanda”. Además, sugiere que se haga buscando otros proveedores de China, “lo que lo hace más complicado”.

Por su parte, Jacinto Soler Matutes ha apuntado que el nuevo mecanismo de ajustes de emisiones de carbono llevará a que las empresas europeas que importan de China deban presentar un informe sobre sus emisiones de CO2 y comprar unos derechos de emisión de CO2 determinados, lo que para Soler es un “gravamen a la importación, aunque no un proceso antidumping”.

Este nuevo escenario “implica una complejidad enorme con cinco sectores afectados”: aluminio, acero, hierro, cemento, fertilizantes y electricidad, por lo que ha advertido que “si en las empresas navarras se está importando acero o hierro, esta medida les va a afectar”.

Además, tras el Covid y para intentar promover la autonomía estratégica, la Comisión Europea elaboró un documento que analiza la “fuerte dependencia” hacia productos de China, que en algunos casos llega al 52% y afecta a 137 categorías de productos, de los que destacan los elementos quirúrgicos y sanitarios, energías renovables y vehículo eléctrico y componentes electrónicos.